La historia del pionero de la robótica doméstica se acerca a su fin. iRobot, creadora del icónico aspirador inteligente Roomba, ha confirmado que no tiene comprador ni liquidez suficiente para mantenerse operativa, después de que su último potencial comprador se retirara de las negociaciones.
La empresa, que lleva meses buscando una salida tras el fracaso de su venta a Amazon, advierte que podría verse obligada a solicitar protección por bancarrota en las próximas semanas.
El deterioro financiero de iRobot comenzó en enero de 2024, cuando Amazon canceló la compra por 1.700 millones de dólares debido a las objeciones de los reguladores europeos, que temían un posible abuso de posición dominante. La Comisión Europea consideró que la adquisición podría perjudicar a los competidores que venden productos a través del propio marketplace de Amazon, abriendo un largo proceso de revisión que finalmente llevó al gigante estadounidense a retirarse del acuerdo.
iRobot reconoce que las conversaciones con su último oferente se rompieron tras una “larga fase de negociación exclusiva”
Desde entonces, la compañía con sede en Massachusetts ha intentado sin éxito encontrar un nuevo comprador. Sin embargo, en un comunicado remitido a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), iRobot reconoce que las conversaciones con su último oferente se rompieron tras una “larga fase de negociación exclusiva”. Según el documento, la propuesta final ofrecía un precio por acción “significativamente inferior” al valor bursátil reciente, lo que precipitó la ruptura del acuerdo.
Como consecuencia, las acciones de iRobot se desplomaron un 33% en un solo día, sumando una pérdida acumulada de más del 50% en lo que va de año. La empresa admite que “no mantiene conversaciones avanzadas con ninguna otra parte”, y que no hay garantías de que el proceso de revisión estratégica “concluya con una transacción viable”.
De líder en robótica doméstica a empresa en crisis
Fundada en 1990 por un grupo de ingenieros del MIT, iRobot fue una de las pioneras de la robótica aplicada al consumo: su tecnología tuvo usos militares y de rescate, e incluso participó en misiones tras los atentados del 11-S.
Su éxito comercial, sin embargo, llegó con el lanzamiento de Roomba en 2002, el primer robot aspirador autónomo de éxito global. Desde entonces, la compañía ha vendido más de 40 millones de unidades, consolidando su marca como sinónimo de limpieza inteligente.
Pese a ello, en los últimos años su dominio se ha erosionado ante la creciente competencia de fabricantes asiáticos como Roborock, Dreame y Xiaomi, entre otros, que han lanzado modelos más económicos y tecnológicamente avanzados. Estos dispositivos incorporan mapeo láser, funciones de fregado y estaciones de autolimpieza, e incluso más recientemente ganchos para recoger calcetines u objetos del suelo y capacidades para subir y bajar escaleras, características que han superado a los modelos de iRobot en prestaciones y precio.
El intento de diversificación hacia nuevos productos, como robots de limpieza híbridos o aspiradores de gama alta, no ha logrado compensar la caída de ingresos. En marzo de 2025, la empresa reconoció “dudas sustanciales sobre su capacidad para continuar operando”, una advertencia legal que anticipaba el actual escenario.
Deuda al alza y falta de liquidez
El colapso del acuerdo con Amazon dejó a iRobot en una situación financiera crítica. En julio de 2023, la empresa recurrió a un préstamo de 200 millones de dólares del grupo Carlyle para mantener sus operaciones mientras se cerraba la venta. Sin embargo, tras el fracaso del acuerdo, los vencimientos se acumularon.
Si no se materializa una inyección de capital “la solicitud de protección por bancarrota sería la consecuencia más probable”
La compañía ha tenido que ampliar seis veces el periodo de gracia de su crédito, la última hasta el 1 de diciembre de 2025, y advierte de que si no logra nuevos fondos o una extensión adicional, podría “reducir drásticamente o cesar sus operaciones”. En palabras del comunicado remitido al regulador estadounidense, si no se materializa una inyección de capital “la solicitud de protección por bancarrota sería la consecuencia más probable”.
El propio Andy Jassy, consejero delegado de Amazon, ha calificado la situación de “una historia triste” y un ejemplo de “regulación mal dirigida”. En una entrevista con CNBC, el directivo ha defendido que la compra habría permitido a iRobot escalar su producción y competir en igualdad de condiciones frente a los fabricantes chinos.
No obstante, los reguladores europeos mantuvieron su postura: permitir la integración habría dado a Amazon un control excesivo sobre la visibilidad y distribución de los productos competidores dentro de su plataforma.



